La diáspora africana es el fundamento cultural americano. Foto: Cortesía |
La trata negrera, es considerada por estudiosos de la Diáspora Africana, como uno de los crímenes más horrendos cometidos contra los pobladores de África, quienes fueron arrancados violentamente de sus tierras y reinos, despojándolos de la dignidad que proporciona vivir en su lugar de origen.
Este atropello fue sugerido y avalado por representantes de Dios en la tierra, siendo uno de los más influyentes Fray Bartolomé de las Casas, quien tras haber denunciado los vejámenes cometidos a partir del año 1492 cuando se inició la primera globalización, es decir, el “Descubrimiento de América”, en contra de los aborígenes y primeros pobladores, planteó a los reyes de España, traer “negros de África”, con la finalidad de suplantar a los indígenas en los trabajos que realizaban en el “Nuevo Mundo” pues estos últimos comenzaron un proceso de resistencia, de defensa de su cultura, a través de confrontaciones contra su opresor e incluso huyendo hacia la selva, para ponerle fin a los embates de este suceso que marcó un encuentro y desencuentro.
El despoblamiento de América, sin proponérselo provocó casi el despoblamiento de África, porque la necesidad de solidificar el capitalismo mercantil de la época, motivó a “la empresa civilizadora occidental” como lo señala el diplomático venezolano en África, Jesús “Chucho” García, en su libro Afrovenezolanidad e inclusión en el proceso bolivariano venezolano, a “repoblar los nuevos territorios para incorporar al desarrollo capitalista mundial esta parte del mundo”.
Fue precisamente el alto grado de desarrollo, los conocimientos tecnológicos en materia de agricultura, minería, herrería, arquitectura, salud y otras áreas, lo que hizo que la “empresa civilizadora” virara su mirada hacia el otro lado del Atlántico, concretamente a África subsahariana. Por intermedio del instrumento comercial conocido como los Asientos de Negros, se concreta el viaje transatlántico, en el que los africanos quienes pasaron de ser libres para convertirse en esclavos unos y en esclavizados, aquellos que a pesar de los grilletes, su espíritu seguía estando en libertad.
Jesús “Chucho” García señala en el referido texto, que los Asientos de Negros firmados por la Corona española, “fueron realizados en primer lugar con las compañías negreras portuguesas (1576- 1640), francesas (1702-1712), inglesa (1713-1773); a ello, sumado el contrabando de las compañías holandesas y por último el libre comercio de “negros” a partir del año 1782”.
Justificar lo injustificable
La iglesia, los poderes político, científico y económico, tuvieron una importante participación para justificar lo injustificable de la trata negrera y el viaje transatlántico. Para sustentar esta flagrante violación a lo que hoy conocemos como derechos humanos, se basaron en explicaciones de orden biológico, religioso e ideológico, las cuales devinieron en conceptos como discriminación racial o racismo.
Por ejemplo, para el siglo XVII, “el médico holandés P. Camper, llegó a la conclusión de que ángulo facial de los africanos se aproximaba más al de los monos que al de los europeos”. En esa misma línea, uno de sus sucesores, Ch. White, partió de las diferencias entre esqueletos de hombres de razas diferentes y esqueletos de monos para confirmar la superioridad europea frente a la africana, tanto en lo físico como en lo intelectual”.
África es conocida como la cuna de la civilización. Foto: Cortesía |
En cuanto a la justificación intelectual, Emmanuel Kant, en su texto “Lo bello y lo sublime” expresa lo siguiente: “Los negros de África carecen por naturaleza de una sensibilidad que se eleve por encima de lo insignificante”. Es así como estas dos justificaciones que complementadas con la religiosa, abren la puerta al racismo como ideología introyectada en las mentes tanto de los europeos como de los africanos para lograr un desarraigo cultural, espiritual, psicológico y religioso de sus castas de nación, entre las que se distinguían Congo, Loango, Mina, Mandinga, Arara, Popo, Yoruba, Lucumí, Carabalí y Wolof.
Acciones afirmativas
La Asociación de Alcaldes de Municipios con Población Afrocolombiana, Amunafro, publicó en junio de 2007, el Módulo de Legislación Afrocolombiana, en el que hace un recorrido por las diferentes leyes relacionadas con la población esclava de Colombia, comenzando por la Ley del 21 de Julio de 1821 durante la presidencia de Simón Bolívar, con la que no se permitió la abolición de la esclavitud pero se permitió la libertad de partos y otras prebendas, hasta la Constitución de 1991 donde se reconoce el carácter pluriétnico y multicultural de la nación, que sirvió como preámbulo de la Ley 70 de 1993 y otros instrumentos jurídicos que aunque representan un avance no han podido erradicar del seno de la sociedad y sus instituciones, prácticas racistas y discriminatorias que han impedido un desarrollo equilibrado de la población de ascendencia africana
Ante la práctica sistemática del racismo, fuertemente atacado por líderes mundiales como Malcolm X, Martin Luther King Jr., Marcus Garvey, las Panteras Negras, Nelson Mandela y los movimientos por los derechos de las comunidades negras que se gestaron en cada país de América y como resultado de un proceso de cimarronaje contemporáneo, se realizó del 31 de agosto al 7 de septiembre de 2001, en Durban, Suráfrica, la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, en la que se plantearon entre otros aspectos “las complejas formas en que los prejuicios raciales y la intolerancia se manifiestan en la actualidad”.
Según el portal en internet www.choike.org, “la Declaración y el Programa de Acción de Durban es un documento sustancial que describe recomendaciones para combatir el racismo (…). Es un importante marco y guía que hace referencia a una amplia gama de asuntos tales como: medidas de prevención y educación a los niveles internacional y nacional; enjuiciamiento; investigación de políticas y planes de acción, además de adopción de decisiones económicas y políticas”.
Afrodescendientes y medios de comunicación
Después de esta contextualización, es vital analizar cómo los medios de comunicación colombianos, asumen los compromisos planteados por la Conferencia de Durban y los postulados que resultan de las luchas del activismo afrodescendiente, cuya agenda demanda de los medios, una participación activa en la supresión del reforzamiento de estereotipos raciales, sexuales, de género o condición económica, ejecutado a través de sus programaciones y productos televisivos.
La resistencia étnico- cultural, constituye un aliciente para emprender una batalla por lograr la organización de los movimientos sociales afrocolombianos que vienen padeciendo exactamente lo descrito por Boaventura de Soussa Santos (Capítulo XIII. Hacia otras democracias. Extraído del libro: Democratizar la Democracia, los Caminos de la Democracia participativa), “conforme luchan por la inclusión, por el reconocimiento, por la conquista de un espacio de acción, implícitamente buscan formas de incorporación, con la capacidad de Estado para incluirlos”.
Espacios institucionales para el debate de temas concernientes a la comunidad afrocolombiana como las Consultivas regionales, acciones maquilladas de igualdad como la designación de un ministro (a) de ancestro africano, la creación de instrumentos jurídicos como la Ley 70, que sin demeritar su importancia, requieren de una rectificación y un reimpulso que logre una sintonía con las verdaderas necesidades de los afrocolombianos para así legitimar su eficacia.
Trayendo a colación la Cultura de Masas (quitándole el sesgo diabólico que adquirió) y el término “alma colectiva”, esbozado por pensadores como Sigmund Freud y Gustave Le Bon, el cual hace referencia que “cuando las masas se unen cambian de actitud” dependiendo el estímulo positivo o negativo, paso a destacar la ingente necesidad de aglutinar voluntades de los movimientos sociales afrocolombianos, cada individuo perteneciente a este grupo étnico y la población colombiana en general, en torno a valores como la inclusión sin exclusión, la igual en el acceso a las oportunidades, y en la alegría de compartir elementos comunes que nos unen para propiciar el consenso. Esto, con el objetivo de cristalizar la organización, necesaria para minimizar el desgaste en las relaciones sociales y el posible deterioro de las mismas.
¿Qué hacer?
El pasado mes de marzo, se efectuó en Cali, un conversatorio organizado por la Fundación estadounidense Phelps Stokes, quienes invitaron a los jóvenes afro nativos de los diferentes departamentos de la costa pacífica residentes en la mencionada ciudad, para escuchar de ellos nuevas narrativas con respecto al tema de las comunidades negras.
Tuve la oportunidad de asistir al evento y proponer la conformación de un Observatorio de Medios de Comunicación, desde una perspectiva afrojuvenil. Esta forma de organización, es propicia, porque permite la articulación al análisis, de multiplicidad de instituciones, movimientos sociales, académicos, redes, etc. Esta amplitud de visiones, coadyuvaría a abordar el tema desde lo teórico para así ofrecer acciones y soluciones más puntuales.
Una vez conformado, daría la posibilidad de dar a conocer información inherente al desempeño de los medios con respecto a temas como la discriminación, racismo, violación de los derechos humanos, y si las empresas de comunicación asumen su responsabilidad no sólo ante grupos que reclaman de ellos mayor compromiso y si del mismo modo, la asumen ante un colectivo que para su madurez social, demanda del “cuarto poder”, mayor amplitud y la democratización real de los espacios mediáticos, incluyendo las nuevas tecnologías y las redes sociales.
Los medios de comunicación deben ser sensibles al tema afrodescendiente. Foto: Cortesía |
Sobre este caso particular y ofreciendo las respectivas disculpas por hablar en primera persona, redacté un artículo publicado en mi blog: www.kahinanews.blogspot.com, llamado “A corazón abierto, entre la realidad y la ficción”, con el que se denuncia la no inclusión de actores afrodescendientes. Al respecto, el libretista y asesor de la producción, Fernando Gaitán respondió a las críticas diciendo que “el malentendido no se debió a una omisión voluntaria sino a una estricta selección de actores, la cual impidió la escogencia de un actor negro, suficientemente competente dentro del elenco”.
A través de las acciones que resulten de los procesos organizativos al interior de las comunidades afrodescendientes, indígenas y movimientos sociales, se busca erradicar la invisibilización del otro que está cercano y más en un país como Colombia, en donde según un informe de la Comisión Intersectorial Afrocolombiana, “el 80% de las negritudes, vive por debajo de la línea de pobreza absoluta”.
Las reacciones ante el artículo “A corazón abierto, entre la realidad y la ficción”, que también fue publicado en la red social Facebook, serán citadas como una forma de encontrar soluciones, surgidas desde la conciencia y la indignación de ver cómo los medios de comunicación siguen respondiendo a los intereses del capital, de lo político y navegando en la “insana confusión entre fines y medios”. ¿Qué hacer? Aquí algunas respuestas:
Angel Perea Escobar: “Claro, existe el racismo en nuestra contra. Las preguntas son: ¿Cómo lo estamos combatiendo? y ¿Cuántos?”
Carlos Alberto Jiménez Rodríguez : “Cada uno sabe exactamente qué hacer. Es defender esta escencia desde su propia cotiadianidad. No hay otra manera de cambiar estas aberraciones que no sólo brilla en las producciones de la tv, sino en todas las capas de la sociedad colombiana”.
“(…) Toca hacer visible toda esta problemática de exclusión en los medios masivos, toca denunciarlo en cuanta red social se pueda, pero también toca llevarlo a la comisión nacional de televisión, para presionar que por ley deba darse un c ...upo determinado a distintos grupos étnicos para evitar tanta discriminación, por otro lado tenemos el poder de no verlas, de no seguirlas de manera que la gente tome conciencia que no se puede ver todo lo que pasen... que el fin no justifica el rating...”
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