La
justicia decidió cerrar el caso por falta de pruebas pero la mujer asegura lo llevará
hasta las últimas consecuencias
AYDA LUISA CÓRDOBA
Cartago, Valle del Cauca
Agencia de Noticias Niara
REPORTAJE
“¿Y qué pasa Ruby, usted no
es negra? ¿Usted no está pues para limpiar?”. Estas son las respuestas a las
peticiones elevadas por María Rubilda Moreno Lemus, a su jefa inmediata, como
una señal de protesta por las continuas afrentas a que fue sometida por dos
compañeras de trabajo
La
historia
Ruby, como es conocida por
todos, fue contratada por la empresa Brillantex, que presta servicios de
limpieza a Comfenalco en Cartago, Valle. Su función era servicios generales en
el área de la caja desde el 2012, donde al principio la relación con las
empleadas de esa dependencia, Margi Garcés y Jhoana Cardona era de total
cordialidad y respeto.
Como si tuviera fecha de
vencimiento, esa armonía laboral llegó a su fin el día en que Ruby le manifestó
su molestia a su jefa inmediata porque una de las referidas trabajadoras “era
muy desordenada. Un día le pedí que por favor fuera más ordenada y eso fue lo
peor porque empezó mi calvario”.
Líquidos derramados en la
nevera, elementos de higiene íntima de mujer regados por el baño, un compendio
de frases desobligantes como: “Usted que le lambe tanto a esa negra, pues
limpie usted la cocina”, expresada a una compañera de trabajo de Ruby a quien
en le reclamaban en dicha expresión, su buen trato hacia esta afrochocoana de
50 años de edad.
.
Ruby comentó que en una
oportunidad su jefa convocó a las empleadas del área a una reunión para
solicitarles más orden y limpieza en el espacio laboral, llamado que fue tomado
por Margi y Lady como una declaración de
guerra.
A partir de allí se acuñó un
rosario de agravios que incluían más frases como: “Allí no hay nadie, allí hay
una sombra”.
Ante un nueva exigencia de respeto,
su jefa le respondió: “¿Y qué pasa Ruby, usted no es negra? ¿Usted no está pues
para limpiar?”. Ambas preguntas en ese instante la sacudieron en el torbellino
de la injusticia pues dejan explícita una connivencia e incluso complicidad que
quedaron evidenciadas después. En virtud de la falta de acciones que evitaran
tales expresiones de irrespeto, Ruby buscó otras alternativas como el traslado
e incluso, una más radical como no presentarse más a trabajar, yendo en contra
de sus valores personales entre los que destaca la constancia como herramienta
para guardar en la maleta de viaje hacia la realización personal.
Durante sus vacaciones, Ruby
se accidentó, recibiendo una incapacidad que suspendió ante la advertencia de
un compañero que sugirió retornara a su trabajo ante la posibilidad de ser
despedida, situación que fue confirmada cuando recibió la carta de despido
sustentada en el cambio de personal.
“Nunca
me habían llamado la atención”
Desde su óptica, el despido
era injustificado porque “nunca me habían llamado la atención. Es más, yo era
empleada de confianza porque sólo dos personas teníamos llaves. Yo era la
persona que armonizaba esa oficina, tanto que cuando mi jefa se enojaba, yo le
llevaba una aromática sin que me lo pidiera, iba al colegio a buscar su hijo,
hacía más de lo que me correspondía; de pronto ese fue mi error, ser demasiado
buena gente con ellas”.
Buscar ayuda legal para
alegar un reintegro tomó un giro inesperado que la llevó a demandar a la
empresa por Discriminación Racial y Despido Injustificado, una batalla más
difícil de librar teniendo en cuenta que en Cartago no hay antecedentes de
personas afro que hayan tenido la valentía de denunciar este tipo de
atropellos.
Otro aliciente fue una
expresión vulgar que sentenció su jefa inmediata quien aseguró: “Qué tanto jode
si ella es más negra que mi culo”.
El
caso
El último round de este
encuentro legal se produjo el pasado 16 de junio de 2015, cuando la audiencia
se realizó en medio de errores logísticos como no grabar los testimonios.
Adicionalmente, el testigo estrella, el compañero de trabajo que prometió
testimoniar a su favor, nunca apareció.
Por tanto, la decisión de la
fiscal fue cerrar el caso por falta de pruebas, a pesar que las referencias de
algunos asistentes, aseguraban que la jurista fue incisiva en las preguntas que
esbozó.
Para Ruby y su familia no
fue una pérdida porque como ella lo dice con la frente en alto, lo importante
no era la plata, “era reclamar mi dignidad. Yo voy a seguir luchando, confío en
Dios en que esto no quedará aquí”.
Es imposible no hablar de
los efectos colaterales de un acto tan denigrante y poco humano como
discriminar a otra persona por su color de piel. Ella, afirma que este impasse
la ha limitado su capacidad de relacionarse con las demás personas pues “siento
miedo que lo vuelvan a hacer”.
Lo positivo es que su fe en
su Dios y en la gente buena, solidaria y respetuosa, continúa intacta dado que
es lo único que la ha mantenido en pie de lucha.
Su voz hace el esfuerzo de
zafarse del nudo en la garganta para decirle a otras mujeres, hombres, jóvenes
o niños afro que estén pasando por una situación similar, a no callar, a
levantarse como el ave fénix; esta es la única forma de encontrar compañía, de
crear redes de personas que están en contra del racismo, la discriminación y
sus nefastas formas conexas.
“Quiero decirles que no
están solos, siempre hay alguien que está allí para apoyarlo a uno. No nos
dejemos pisotear ni humillar por nada ni nadie; cada uno tiene su valor y
tenemos que hacerlo respetar”, aseguró Ruby.
¿Qué nos queda después de
conocer esta crónica?, demasiadas enseñanzas, mucho que reflexionar. Este, más
que un relato de humillaciones, es una historia de lucha de la que Ruby es la
protagonista en una novela que ha logrado tocar corazones y construir fuertes
lazos de solidaridad.
Aunque es un caso explícito
de discriminación racial, lleva muchas enseñanzas para otros aspectos de
nuestras vidas en los que posiblemente, estamos permitiendo que otra persona
mancille nuestra dignidad o en los que pisoteamos la persona de alguien. Es muy
fácil asumir posiciones y defenderlas a toda costa aunque eso implique
divorciarnos de la humanidad de nuestro cuerpo, convirtiéndonos en seres
incapaces de respetar la historia de cada quien.
Ruby no es una sombra, es la
viva muestra del espíritu guerrero de nuestros ancestros africanos y
afrocolombianos que como ella se levantaron con dignidad y dijeron: “Ya basta”.
Su alma de luchadora es tan fuerte y está tan viva que logró sacudir la de más
hermanos de etnia que se sumaron a su causa y la acompañaron a la audiencia en
la que una vez más el miedo y la intimidación fueron el maestro que como
títeres movió las marionetas en el teatro de este sistema racista.
Decir NO MÁS, no está
prohibido. Levantarse contra lo que consideró una flagrante injusticia no
generó temor en esta mujer ni en sus hijos que la apoyaron en todo momento y
quienes se llevan una lección para toda su vida: “la plata no es lo más
importante, lo verdaderamente valioso es la dignidad”.
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