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miércoles, 30 de enero de 2013

Primero enferma que mal atendida

Por : Ayda Luisa Córdoba Mosquera
Enero 30 de 2012

Quibdó.-

El pasado 29 de enero del presente año viví una escena para muchos enfermos, minúscula frente a las mayúsculas enfermedades que padece el sistema de salud colombiano. A las 4:00 am decidí acudir por el servicio de emergencias a la IPS que me atiende en esta ciudad pues me aquejaba un dolor bastante fuerte, cercano al riñón  y era tal su magnitud que me arriesgué a aventurarme a visitar una clínica sabiendo que podía pasar lo que efectivamente pasó.

Al entrar, me recibió el rostro huraño de una paisana que me atendió de forma displicente, luego me hizo pasar a un consultorio y sentarme en una camilla. Ella llamó a la puerta de un consultorio contiguo de donde salió una mujer vestida con un leggins negro a la rodilla, una blusa del mismo color, de esas muy famosas por estos días de marca "Hollister" que quienes las han visto, permiten que los senos de las mujeres se asomen al mundo exterior; además calzaba unas sandalias. La primera impresión al verle "la pinta" y la marca de la almohada en el rostro, fue que aquella mujer de tez oscura y baja de estatura, era la familiar de algún enfermo, pero al ver que de su cuello colgaba el estetoscopio, una decepción inicial me recorrió al confirmar que era la doctora que me atendería.

Tras un saludo poco amable y por consiguiente poco ético, me dijo que me acostara en la camilla, preguntó que tenía, respondí mientras su mano derecha tocó mi abdomen y preguntó:

- "¿Cuando fue su última menstruación?... ¿Está orinando normal?. Pues yo veo su vientre plano, tiene dolor pero lo tolera. Lo que puedo hacer es mandarle algo para el dolor y que saque una cita".

Yo me quedé tumbada en la camilla esperando el pinchazo de la inyección que me aplicaría la enfermera que me atendió en la recepción, escuchando la pregunta que retumbaba en mi mente y no era otra que ¿qué pasó aquí?

Esta pregunta es una de respuesta múltiple. Sin el ánimo de criticar ni señalar a nadie, tras el telón de esta obra hay claramente un cansancio por la profesión que escogieron que no es cualquiera pues son los profesionales de la salud quienes en este mundo, tienen la posibilidad de salvar una vida. Por eso, el día que pierda el amor por lo que hace, es mejor retirarse.

Para un pueblo como el afrodescendiente, es altamente preocupante que haya algunos médicos que no asuman su rol de forma ética y expedita. Y más preocupante aún que sea una médica la que atienda un paciente de esta manera.
Es que quien auscultó y quien fue revisada, son dos mujeres afrochocoanas, profesionales, hijas de familias trabajadoras que por la educación ascendieron y que tienen a pesar de sus diferencias naturales, la responsabilidad de construir nuevas bases para el nuevo ciudadano chocoano.

En las manos de esa doctora hay la posibilidad de sanar, de curar mujeres que por padecer alguna dolencia, no pueden llevar a cabo la función que desde el cielo le fue asignada desde el momento de su fecundación. De cuidar y sanar a las afrochocoanas depende el futuro de las nuevas generaciones amenazadas por nuevas formas de racismo, discriminación y exclusión como el desplazamiento por la acción de grupos al margen de la ley y flagelos como la corrupción administrativa ejercida en su mayoría por hombres que no legislan para mujeres.

Esa doctora y yo somos hermanas de etnia y entiendo su postura expresada en su manera de llevar a cabo su profesión, pero ese tipo de comportamientos no pueden ser tolerados porque nos seguirán sumiendo en la desidia, la desesperanza y seguirán perpetuando estereotipos de ineptitud e incapacidad que aún son lastre de las comunidades afrochocoanas.

La invitación es clara y aunque parezca superficial, las afro debemos mantener nítidas, impecables y ser las mejores profesionales que podamos ser, porque nuestros retos no son iguales a las de un mestizo o indígena y son diametralmente opuestos a los de los demás departamentos del país.
También hay un llamado explícito a ver el dolor espiritual y en este caso físico de nuestros hermanos, pues de lo contrario la indolencia nos seguirá dividiendo.



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