Pages - Menu

Pages

Pages - Menu

Pages

martes, 10 de mayo de 2016

Afrocolombiana demandó empresa por discriminación racial

La justicia decidió cerrar el caso por falta de pruebas pero la mujer asegura lo llevará hasta las últimas consecuencias

AYDA LUISA CÓRDOBA
Cartago, Valle del Cauca
Agencia de Noticias Niara

REPORTAJE


“¿Y qué pasa Ruby, usted no es negra? ¿Usted no está pues para limpiar?”. Estas son las respuestas a las peticiones elevadas por María Rubilda Moreno Lemus, a su jefa inmediata, como una señal de protesta por las continuas afrentas a que fue sometida por dos compañeras de trabajo


La historia

Ruby, como es conocida por todos, fue contratada por la empresa Brillantex, que presta servicios de limpieza a Comfenalco en Cartago, Valle. Su función era servicios generales en el área de la caja desde el 2012, donde al principio la relación con las empleadas de esa dependencia, Margi Garcés y Jhoana Cardona era de total cordialidad y respeto.


Como si tuviera fecha de vencimiento, esa armonía laboral llegó a su fin el día en que Ruby le manifestó su molestia a su jefa inmediata porque una de las referidas trabajadoras “era muy desordenada. Un día le pedí que por favor fuera más ordenada y eso fue lo peor porque empezó mi calvario”.
Líquidos derramados en la nevera, elementos de higiene íntima de mujer regados por el baño, un compendio de frases desobligantes como: “Usted que le lambe tanto a esa negra, pues limpie usted la cocina”, expresada a una compañera de trabajo de Ruby a quien en le reclamaban en dicha expresión, su buen trato hacia esta afrochocoana de 50 años de edad.




.

Ruby comentó que en una oportunidad su jefa convocó a las empleadas del área a una reunión para solicitarles más orden y limpieza en el espacio laboral, llamado que fue tomado por Margi  y Lady como una declaración de guerra.
A partir de allí se acuñó un rosario de agravios que incluían más frases como: “Allí no hay nadie, allí hay una sombra”.
Ante un nueva exigencia de respeto, su jefa le respondió: “¿Y qué pasa Ruby, usted no es negra? ¿Usted no está pues para limpiar?”. Ambas preguntas en ese instante la sacudieron en el torbellino de la injusticia pues dejan explícita una connivencia e incluso complicidad que quedaron evidenciadas después. En virtud de la falta de acciones que evitaran tales expresiones de irrespeto, Ruby buscó otras alternativas como el traslado e incluso, una más radical como no presentarse más a trabajar, yendo en contra de sus valores personales entre los que destaca la constancia como herramienta para guardar en la maleta de viaje hacia la realización personal.
Durante sus vacaciones, Ruby se accidentó, recibiendo una incapacidad que suspendió ante la advertencia de un compañero que sugirió retornara a su trabajo ante la posibilidad de ser despedida, situación que fue confirmada cuando recibió la carta de despido sustentada en el cambio de personal.

“Nunca me habían llamado la atención”

Desde su óptica, el despido era injustificado porque “nunca me habían llamado la atención. Es más, yo era empleada de confianza porque sólo dos personas teníamos llaves. Yo era la persona que armonizaba esa oficina, tanto que cuando mi jefa se enojaba, yo le llevaba una aromática sin que me lo pidiera, iba al colegio a buscar su hijo, hacía más de lo que me correspondía; de pronto ese fue mi error, ser demasiado buena gente con ellas”.
Buscar ayuda legal para alegar un reintegro tomó un giro inesperado que la llevó a demandar a la empresa por Discriminación Racial y Despido Injustificado, una batalla más difícil de librar teniendo en cuenta que en Cartago no hay antecedentes de personas afro que hayan tenido la valentía de denunciar este tipo de atropellos.
Otro aliciente fue una expresión vulgar que sentenció su jefa inmediata quien aseguró: “Qué tanto jode si ella es más negra que mi culo”.

El caso

El último round de este encuentro legal se produjo el pasado 16 de junio de 2015, cuando la audiencia se realizó en medio de errores logísticos como no grabar los testimonios. Adicionalmente, el testigo estrella, el compañero de trabajo que prometió testimoniar a su favor, nunca apareció.
Por tanto, la decisión de la fiscal fue cerrar el caso por falta de pruebas, a pesar que las referencias de algunos asistentes, aseguraban que la jurista fue incisiva en las preguntas que esbozó.
Para Ruby y su familia no fue una pérdida porque como ella lo dice con la frente en alto, lo importante no era la plata, “era reclamar mi dignidad. Yo voy a seguir luchando, confío en Dios en que esto no quedará aquí”.




Es imposible no hablar de los efectos colaterales de un acto tan denigrante y poco humano como discriminar a otra persona por su color de piel. Ella, afirma que este impasse la ha limitado su capacidad de relacionarse con las demás personas pues “siento miedo que lo vuelvan a hacer”.
Lo positivo es que su fe en su Dios y en la gente buena, solidaria y respetuosa, continúa intacta dado que es lo único que la ha mantenido en pie de lucha.

Su voz hace el esfuerzo de zafarse del nudo en la garganta para decirle a otras mujeres, hombres, jóvenes o niños afro que estén pasando por una situación similar, a no callar, a levantarse como el ave fénix; esta es la única forma de encontrar compañía, de crear redes de personas que están en contra del racismo, la discriminación y sus nefastas formas conexas.
“Quiero decirles que no están solos, siempre hay alguien que está allí para apoyarlo a uno. No nos dejemos pisotear ni humillar por nada ni nadie; cada uno tiene su valor y tenemos que hacerlo respetar”, aseguró Ruby.
¿Qué nos queda después de conocer esta crónica?, demasiadas enseñanzas, mucho que reflexionar. Este, más que un relato de humillaciones, es una historia de lucha de la que Ruby es la protagonista en una novela que ha logrado tocar corazones y construir fuertes lazos de solidaridad.

Aunque es un caso explícito de discriminación racial, lleva muchas enseñanzas para otros aspectos de nuestras vidas en los que posiblemente, estamos permitiendo que otra persona mancille nuestra dignidad o en los que pisoteamos la persona de alguien. Es muy fácil asumir posiciones y defenderlas a toda costa aunque eso implique divorciarnos de la humanidad de nuestro cuerpo, convirtiéndonos en seres incapaces de respetar la historia de cada quien.








Ruby no es una sombra, es la viva muestra del espíritu guerrero de nuestros ancestros africanos y afrocolombianos que como ella se levantaron con dignidad y dijeron: “Ya basta”. Su alma de luchadora es tan fuerte y está tan viva que logró sacudir la de más hermanos de etnia que se sumaron a su causa y la acompañaron a la audiencia en la que una vez más el miedo y la intimidación fueron el maestro que como títeres movió las marionetas en el teatro de este sistema racista.

Decir NO MÁS, no está prohibido. Levantarse contra lo que consideró una flagrante injusticia no generó temor en esta mujer ni en sus hijos que la apoyaron en todo momento y quienes se llevan una lección para toda su vida: “la plata no es lo más importante, lo verdaderamente valioso es la dignidad”.